Cristales empañados.

La fiesta había sido un rotundo fracaso así que se pusieron on the road buscando un lugar donde seguir la festividad.
Los bares del lugar tenían mala fama y en un vecindario tranquilo decidieron aparcar el coche.
Transcurría todo con calma, sentados, charlando de trivialidades cuando comenzó a acariciarle la cara, después los hombros y continuando después.
Ella le cogió la cara, las orejas y el cabello y cuando menos se lo esperó, el estaba sobre ella plantándole un beso digno de una película, como las que siempre miraba.
Risas, besos, abrazos y unos cristales empañados.