Me desacostumbré a tu ausencia.
Me desacostumbré a tenerte lejos de mí.
Me llenaste de mimos y caricias, de abrazos y nubes de algodón.
Me hiciste tuya y me atrapaste.
Justo cuando estaba envuelta en ti, te esfumaste. Te desapareciste como un grito al viento, con el mismo grito que clamé tu nombre al cielo, que resonaba en el desierto.
Te busco y no te encuentro, solo en mi pensamiento te veo.
En tus brazos estaba y me descobijaste.
Ahora, me siento a esperar que regreses por mí.
Sé que lo harás porque lo prometiste, y mi padre me enseñó que un contrato no se puede cancelar.
Te aseguro que te voy a aguardar.