diciembre 28, 2010

Capítulo 14

Antes de leer esto, permítanme deciros algo. Ésta es una historia escrita por mí, como podeís notar, es el Capítulo 14, los capítulos anteriores los podeís encontrar en la etiqueta Serie Negra. Si a alguien le interesa hacerlo, ahí lo teneís.


Avancé sobre sus escuálidos aunque resistentes hombros.

En mi cabeza había muchas cosas, sentí ganas de dormir y cerré los ojos.

Veía en sueños, rostros gritándome aunque solo los escuchaba balbucear palabras ininteligibles ya no me importaba la escoria que tiraban hacia mí.

No me importaba nada más que encontrar lo que mi Boxeador me había indicado; mi felicidad y nadie me iba a detener.

Era ese espíritu de lucha el que me había inspirado siempre a seguir, que siempre había estado guardado y que salía a flote cuando más lo necesitaba.

Éste era uno de esos momentos.

Abrí los ojos de golpe, le pedí al Extranjero que me bajara, puesto que ahora me llevaba entre sus brazos.

Obedeció.

"Escucha Extranjero, te agradezco enormemente todo lo que haz hecho por mí, pero lo que yo busco, solo yo lo debo encontrar"

Atropelladamente traté de explicar.

"Te entiendo y esperaba a que lo hicieras, ahora que pasó, mi misión contigo ha terminado, si algún día me necesitas otra vez, solo cierra tus ojitos y pídelo con más fuerza."

Me indicó tomando mis gélidas manos entre las suyas.

Movió las más íntimas fibras de mi corazón con la concesión que me acababa de hacer. Alguien de verdad me quería y se preocupaba por mí.

Las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas, al igual que una lluvia noctámbula sobre nosotros.

"Gracias, de verdad, gracias. No sabes lo que significas para mí, siempre estarás en mi mente y en mi corazón."

Agradecí entre sollozos, tratando de apretar con mis débiles manos las suyas.

"Éste es un hasta pronto, mi cielo, algún día nos volveremos a ver, es una promesa."

Me miró sonriendo con ternura y esperanza.

"Es un pacto."

Le corregí y lo abracé con todas mis fuerzas mientras las lágrimas no paraban de caer.

"Ahora, abre tus alas y comienza a volar".

Me apremió, bajo la lluvia que arreciaba.

Coloqué el sombrero en mi cabeza y caminé sin mirar atrás. No me dolía, mas bien, era un dejo de esperanza, la ilusión de alguien por la que valía la pena seguir. Era un pacto.

Caminé pateando los charcos que se iban formando ante mí, caminaba esperando no esperar aquello que buscaba.

El viendo arremolinaba mis recuerdos frente a mi rostro.



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